Hace unos cuantos años,
Sr. Paraguas era un papeleo indescifrable, una ilusión con pátina de miedo.
Sofía Castañón era una poeta prometedora que me pasaba versos vía mail y
Juan Tizón un loco que vivía en Súper 8. Nos juntábamos por la noche en los tejados –gatunos somos- y desayunábamos churros duros. Más de una vez rompimos cuerdas juntos, en aquellos tejados, este que escribe y un tal
Víctor García Méndez. También lloramos, bebimos y cantamos boleros. E incluso fuimos extras de videoclip para el tercer single de un chaval que estaba empezando:
Pablo Moro –al que yo recluté, sabiamente, para mi primera locura discográfica, aquel Lavidadealquiler-. Creo que alguna mañana coincidimos entre vasos de plástico con otro
juntaletras dylaniano que decía apellidarse
Valdés, como el café (Mucha lluvia tuvimos que aguantar aquel verano que empezó en Luanco... ), al que conocí en un bolo de Quique González, ese tipo que escribió lo de
Hey, no hay mucho que hacer aparte de estar despiertos en la cama, verso que aparecía en un poemario formato word que llegó a mi correo electrónico desde el remitente
Pablo Texón, un tipo pelirrojo con aspecto de crooner galés que empezaba a cortar la pana con palabras en llingua asturiana, igual que
Vanessa Gutiérrez, de los Gutiérrez de toda la vida, con sangre de Urbiés, como el que escribe.
Hace unos cuantos años, como decía, lo único que teníamos eran sueños. Hoy día, por hablar sólo de algunos –que mi familia somos muchos más-,
Sofía Castañón tiene dos preciosos libros en las librerías y más que prometer, confirma lo que todos sabíamos. Junto con
Juan Tizón y otros gatos conforman la productora
Señor Paraguas, productora que ya no tiene sitio donde guardar sus premios AMAS, premios que
Pablo Valdés y
Pablo Moro acumulan, a dos por barba, como estrellas del rock and roll que son; rock and roll que destilan los versos de
Pablo Texón, el mejor poeta joven –lo de joven no lo tengo muy claro- de la actualidad y Premio Teodoro Cuesta 2006, igual que
Vanessa Gutiérrez, Premio Teodoro Cuesta 2003.
Víctor García Méndez no tiene premios ni los quiere. Él simplemente
escribe y suma torpemente horas con los dedos... como a mí me gustaría hacer.
Estos son sólo algunos de mis amigos, los que primero me han venido a la mente, los que puedo unir en una fotografía de hace unos cuantos años. Y vienen a cuento porque son días malos, días duros, de manos sucias y lágrima fácil. Ellos siguen en el ring, en la pelea, contra viento y marea, cueste lo que cueste. Y por ellos tengo que seguir, porque sí, porque es verdad, porque a veces, en esta película de vaqueros, ganan los indios