Después de Madrid llegó el cumpleaños de Fon y Balmo -ambos dos responsables de ese milagro que es La Calleja-, con muchas horas de música y un encuentro anodino sobre las tablas: Bueno, González (es el principio de algo, seguiremos informando). Y tras eso, el necesario descanso. Mi voz se rompió un poco y mi brazo izquierdo sufrió una contractura, con lo que escapé a mi centro de gravedad una temporada. Allí me acostumbré a los pequeños placeres domésticos, que diría el maestro: salir a comprar el pan y la prensa, tomar el vino de las 13:00 con los jubilados, escribir canciones, apostar por Costa de Marfil, emborracharse con levedad, fregar los platos... La vida.
La gira continúa, y tras el descanso -del que salieron muchas cosas-, el miércoles pasado tomé un avión a Barcelona para tocar en un lugar mítico: L´Astrolabi. Es uno de esos sitios donde se toca desenchufado y te dan las mil de la madrugada hablando con los dueños. Un lujo, vaya. Vinisteis unos cuantos, más de los que esperaba, y me hicisteis un poco menos dura la resaca del día siguiente. En la mañana del viernes, ataquines Bellvara y este menda sudaron carretera hasta Valencia, a golpe de clásico radiofónico y ventanillas bajadas, para grabar unas teclas y una voz en el brand new disco de Guille Dinnbier. Al acabar... La noche, claro. Y Manolo Tarancón. Y El Vedat. Y la hospitalidad. Y al día siguiente Castellón, donde tocamos al aire libre en "El huerto" (Segorbe) y en el "3 historias"(Altura) y nos quedaron las ganas de quedarnos...