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martes, 24 de agosto de 2010

Algunos sueños pequeños


Ser "disco de la semana" en EFE EME; ser entrevistado por Santi Alcanda; ganar un premio AMAS; ser entrevistado por Joaquín Guzmán; ganar el Premiu al Meyor Cantar; cruzar el charco para hacer música; compartir escenario con Pablo Moro; tocar al lado del Lichis; que a Javier Alvarez le guste "Retruque"; una canción mía a cuatro voces; obtener la redención de Jorge Ilegal; telonear un concierto de Quique González (sábado 11 de septiembre en el Teatro de la Laboral de Gijón; 12€)

miércoles, 11 de agosto de 2010

Summertime


Decía David Trueba en el libro que todos fuimos eso de que "el verano es una estación en la que nada crece"; y algunas veces me parece que tiene razón. Me parece que el verano es una estación que cambia a medida que nos hacemos mayores. A los 12 años era el tiempo del fútbol a todas horas, de comer y salir corriendo a sortear "a pares o nones" si me tocaría con la eterna promesa -que solía ser el foco de los suspiros de todas-. El horizonte estaba parado en septiembre y nada importaba más que quemar la rodilla parando un penalty.

A los 18 era el fin de una época, el penúltimo verano. Dos meses para disfrutar de un mundo que iba a soltarte la mano, a ponerte una pregunta entre las piernas, a dejarte un poco más solo. Dos meses antes de la vida con mayúsculas. Alrededor de los 24 la vida era algo que les pasaba a los demás, nosotros teníamos las ganas, los medios y toda la ilusión. Nosotros éramos los mejores... Pero llegó octubre y fuimos los mismos de antes, los que buscan. Yo me empeñé en esto de las canciones, otros consiguieron un trabajo fijo en un centro comercial y algunos triunfaron con el concepto de victoria de mi abuela y de mi madre: "sacó una oposición, tiene la vida solucionada" -y yo me pregunto desde cuando el estado soluciona vidas-.

Iba diciendo que, a veces, "el verano es una estación en la que nada crece". Casi nadie responde a los mails, los teléfonos ya no comunican, y todo el mundo está más moreno que tú. El verano a los 29 es un paréntesis de una semana en una piscina donde suena Shakira.

Pero yo no venía a hablar del verano. Yo venía, como siempre, a hablar del amor. Venía a decir que el amor es un autodefinido blanco completado a medias, dos vasos de vino sobre un periódico, una costumbre repentina. El amor a veces es el futuro. Y el futuro, a veces, se llama septiembre. Se llama nueva cuenta de correo electrónico. Se llama Barney Stinson, y a Barney, chicos, los trajes le quedan como un guante.