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jueves, 11 de diciembre de 2014

Puerto de Santamaría, 24 - 25 de noviembre. La selección final


   Aunque llevaba 14 canciones casi terminadas -tengo la costumbre de acabar algunas letras en el estudio, por aquello de trabajar bajo presión-, mi intención era grabar un disco de 9 o 10, con lo que entre el domingo por la noche y lunes por la mañana hubo que decidir qué cuatro descartábamos para grabar las baterías y bajos restantes. Dejé la decisión en manos de Paco, en parte porque era el productor y en parte porque, como ya os comenté, no conocía ninguna e iba a ser el más objetivo. 

  Alrededor de las 13:00 ya estaban las 9 baterías y bajos grabadas (una de las canciones no necesitó de base rítmica) y Will grabó diferentes arreglos de percusión que se veían claros desde un primer momento. Le acompañamos al tren de vuelta, comimos y nos pusimos con las guitarras. Javi, que antes del viaje me decía que "a ver si grababa alguna guitarra" acabó grabándolas casi todas (Paco también grabó varias). Un disco empieza a definirse cuando funciona la base rítmica, pero las guitarras son las ventanas del edificio. Abiertas o cerradas, grandes o pequeñas, viejas y destartaladas o nuevas y brillantes. Por ellas entra y sale el aire y sin ellas el edificio no respira adecuadamente. Con las ideas de ambos empezó a sonar el ruido ("serrucho", en versión Vallina) de cada canción y, hora tras hora, fuimos acabando y completando cada espacio.

  En lugar de acabarlas y pasar a los teclados, fuimos finiquitando tema por tema. Guitarras, teclado, más percusión menor... Entre el lunes por la tarde y el miércoles por la mañana teníamos el disco hecho, a falta de las voces y los coros. Los planes, además de salir bien, salían muy rápido. 

1 comentario:

Diario de un Metalhead dijo...

Complicado lo tienes para superar al anterior, que incluso me gustó a mi